martes, 22 de abril de 2008

El peor golpe de la vida




Por culpa de ese golpe que recibió a los 40 minutos del primer tiempo en Rosario es que un día después aún camina incómodo, casi a los saltitos, sensibilizado al máximo. "Me molesta bastante, nunca me había dolido tanto. Todavía tengo esa zona inflamada", explica, sin querer entrar en demasiados detalles y con algo de vergüenza el colombiano, que sufrió "un traumatismo en los testículos", según el parte médico de Luis Seveso.
A pesar de la inflamación, el delantero pudo entrenarse junto al resto de los jugadores que fueron titulares el domingo. Pero se trató de un trabajo muy livianito, un trotecito regenerativo que realizó aunque desde lejos se notaba que sentía dolor a cada paso.

La peor parte, igualmente, la había vivido el domingo, no sólo en el instante del golpe o mientras se retorcía en el piso y espiaba si todo estaba en su lugar ahí abajo, sino también en el vestuario visitante del Gigante de Arroyito, durante el entretiempo. "Me dolía tanto que me descompuse. Por suerte me recuperé rápido y pude seguir jugando. Igual, me molestaba muchísimo", recuerda el delantero aún con cara de "pibe, me los subiste a la garganta" y acota una cuestión que quedó totalmente relegada en esta historia: "Fue foul y penal. El árbitro (Javier Collado) debería haber cobrado la falta, pero no sancionó nada", reclama con 24 horas de atraso y mucha razón, porque el delantero llegó primero a la pelota y por eso el derechazo de Ribonetto terminó entre las piernas de Radamel.

Durante el segundo tiempo, se vio varias veces, Falcao estiraba el elástico de su pantaloncito para pispear la zona. Sus genitales estaban ahí, aunque ocupando más espacio que el habitual. Con la tranquilidad de encontrar todo en orden, el colombiano se mantuvo en la cancha hasta el último minuto. Y en caso de que todo siga como hasta ahora, no tendrá inconvenientes para jugar el domingo frente a Argentinos. Si las consecuencias de la patada hubieran sido más graves, ayer habría estado en reposo absoluto en vez de entrenándose con el plantel. El caso más reciente, el de José Solabarrieta en Chicago-Almirante del 2007, tuvo a su protagonista sin jugar por un tiempo prolongado. En cambio, Radamel ya piensa en volver. "Espero que el dolor se me pase lo más pronto posible, así puedo practicar tranquilo porque se vienen partidos muy importantes para nosotros", contó el Tigre, quien deberá cuidarse de no ser amonestado para no perderse el superclásico.

"Sentimos las patadas"

Si hubiera una tabla de jugadores más golpeados, posiblemente Diego Buonanotte estaría encabezando ese doloroso top ten del Clausura. Sus piernas, indescifrables, resultan una tentación a la hora de las patadas. Un ejemplo: el partido del domingo. Otra prueba: su tobillo derecho que ayer continuaba maltrecho, inflamado, inmovilizado con un vendaje... Con un severo esguince.

"Me molesta. Pero ya estoy un poco mejor", comentó el Enano tras el entrenamiento. Y era cierto. Fue el único titular que, sin participar de la rutina de ejercicios regenerativos, debió realizar trabajos kinésicos y de gimnasio. Hoy, mientras sus compañeros disfruten del día libre, continuará con la rehabilitación. Igual, se prevé que mañana se reintegrará con el resto del grupo y que no tendrá inconvenientes de jugar el fin de semana frente a Argentinos.

No quedaron dudas de que el domingo a Buonanotte le sonaron los huesos. De hecho, generó las amonestaciones de tres rivales, casi como en una remake de lo que había provocado ante Tigre en apenas 18 minutos (tres amarillas y una roja). Pero, claro, las tarjetas no son analgésicas. "A veces los árbitros se creen que exageramos al caer. El tema es que los lunes sentimos las patadas", lamentó desde su incómoda renguera.

El golpe más certero fue el de Tomás Costa, a los 38 minutos del primer tiempo. ¿Algún reclamo? "Con Costa tengo buena onda. Sé que no lo hizo con mala intención", respondió. Pero no toda la culpa fue de Costa: en el final del partido, al trabar otra pelota, se resintió más de este tobillo que había sufrido los primeros castigos en la Reserva.

"Hay veces, como en el partido del domingo, en que el rival juega muy fuerte, tal vez por lo de la Promoción. Creo que el árbitro tendría que haber parado las patadas sacando tarjetas", reclamó. Esto mismo se lo planteó al propio Collado tras un cortito de Espinoza, y contrariamente le significó una amarilla por protestar. "Ellos cortaban los ataques con patadas bruscas. Creo que hay que proteger a los que intentan jugar, a todos", pidió.