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sábado, 10 de mayo de 2008
La derrota en palabras del Loco
"La sensación es de impotencia, no podés explicar un partido en el cual 65 minutos estuvimos muy bien y en 10 minutos perdimos por dos desatenciones. Esos 10 minutos fueron cruciales para lo que era la definición", sostuvo el delantero en declaraciones al programa Vamos con Niembro, por Radio del Plata. Y agregó: "Tuvimos dos errores de interpretación de juego que nos costaron dos goles. Es incuestionable que con dos jugadores de más y con el resultado a favor no se te puede escapar el partido de esta manera".
Luego, el uruguayo habló sobre lo que se viene en un futuro cercano. "Hay que tratar de digerir rápido lo que es que se te pinche el globo de la ilusión. Tenemos la otra parte encaminada, el torneo local, pero este tipo de cosas te marcan de la manera en que se dan. Hay que saber asumir toda la responsabilidad en estas situaciones, mirar para adelante y no cambiar el convencimiento. Esto no se termina acá. Tenemos 6 finales por delante y más allá de que no será para olvidar lo que es una eliminación de la Copa el Torneo es otro de los objetivos que teníamos planteado".
Ayer, tras el encuentro, Simeone sostuvo que se hacía cargo de la eliminación. Sin embargo, este mediodía Abreu indicó: "Para mí sinceramente la responsabilidad es nuestra porque somos los que estamos en el campo de juego y los que tenemos que interpretar y analizar las circunstancias en las que se da el partido. El entrenador puede colaborar con alguna indicación, algún cambio, para darle más aire y piernas al equipo, pero la responsabilidad es nuestra".
Tras la práctica, al Loco le pidieron que analice el por qué de los insultos de los hinchas del Ciclón. Ahí, el delantero se mostró incómodo y afirmó que él no provocó la reacción: "Grité un gol de Copa, importante, ¿cuál es el problema?, ¿violé a una niña de 6 años? ¿maté a alguien? ¿qué hice? Hay que decirle a ellos que estuvieron mal. Esto es algo normal, lógico del momento, festejarlo con los compañeros que no estuvieron concentrados, no se lo festejé a la gente de San Lorenzo. Entonces, si es por eso, la gente de River se tendría que haber enojado con Ramón Díaz por la forma en que festejó el 2-1".
La herida no se cierra facil
"¡Gallinas, las pelotas!"
A los 13 años, tirado en el comedor de la casa de Los Polvorines, debajo de esa radio que le iba cantando las noticias más tristes de su existencia, Norberto Alonso escuchó entre sollozos la peor derrota de River. Fue el 20 de mayo de 1966, en Santiago de Chile. Hasta allí había viajado el equipo dirigido por Renato Cesarini para disputar el tercer partido de la final de la Libertadores ante Peñarol. River ganaba 2 a 0 hasta que la reacción charrúa cambió el resultado (4-2) y la historia del club de Núñez. Tres días después del episodio, cayó la primera gallina en la cancha de Banfield. El apodo estaba instalado. La abstinencia de títulos durante 18 años se encargaría de potenciarlo. "Pero nosotros lo enterramos en el Metro 75", dijo, dice y dirá Alonso, héroe de ese campeonato que transformó el calvario en gloria. "Por eso me jode que por lo del jueves nos vuelvan a decir Gallinas. ¡Gallinas, las pelotas!", se enoja.
Por estas horas parece más fácil ser de Victoriano Arenas que de River. Lo puede aseverar Alonso, quien desde un bar cercano al Monumental no logra digerir la eliminación: "Me tuve que tomar dos pastillas para dormir. No podía. Tenía una amargura..."
--¿Cómo se sale?
--Ganando el Clausura. Es un torneo importante, de lo contrario no nos presentaríamos. Si se logra, River cortarán casi cuatro años sin vueltas. No es poco.
--¿Con eso alcanza?
--Es una herida profunda. Pero lo que pasó, pasó. Prefiero pensar en positivo. Por la mañana dije algunas cosas en un programa de radio ("Dady 790") y estaba más desencajado. Algunos hinchas no me entendieron. Recibí muchas críticas anónimas por Internet. Son actitudes cobardes, porque yo siempre di la cara y me la jugué por el club. Tampoco entiendo a los hinchas que cantan con orgullo "soy Gallina". Eso es historia. Basta.
--¿Tenés algo para reprocharle a Simeone?
--No me voy a meter en el planteo del entrenador.
--¿Y a los jugadores?
--Contra Boca no demostraron nada, así como se había dado al revés en el superclásico anterior. Pero con San Lorenzo se jugó con más entrega. Se fue un partido increíble. No lo puedo creer.
--Pero se les recriminó falta de entrega...
--En el fútbol, en la vida, en todo, la actitud positiva representa el 50%. Quisiera ver cómo se desempeñan en sus laburos los tipos que putean.
--¿Te duele más que del otro lado de la vereda haya estado Ramón?
--No, la herida va más allá de los rivales. Ramón hizo como profesional lo que tenía que hacer: ganar. No se le puede recriminar nada. Yo también fui despedido de River por Di Stéfano y luego me tuve que enfrentar a la camiseta que más quiero. Si por estos colores sigo sufriendo...
"Esta me la como yo"
La derrota ante San Lorenzo (de nada sirve decir que empataron) reeditó imágenes que se habían transformado en habituales durante el 2007, cuando el River de Passarella acumuló papelones y halls en continuado. Con los mismos protagonistas, excepto el cuerpo técnico, se reavivaron los malestares, las broncas, las vergüenzas, la realidad de encontrarse otra vez afuera de la Copa con el agregado de haber sido testigos y protagonistas de una de las mayores humillaciones en los 107 años de vida del club.
Así, el primer chispazo se produjo en el vestuario local minutos después del final del partido entre jugadores y dirigentes. Abreu, Ahumada y Carrizo quisieron salir a contestarles a los hinchas que los insultaban y un grupo de directivos los frenaron. "Siempre nos dejaron solos y ahora vienen al vestuario", atacaron con calentura los futbolistas y enseguida reaccionaron los hombres cercanos a Aguilar. La discusión no pasó a mayores, pero desnudó la bronca de los dirigentes que --al igual que los hinchas-- siguen despotricando contra el plantel, al que acusan de "perdedor", por citar el adjetivo más leve que utilizaron.
La dura noche del jueves se prolongó en la concentración, donde hubo una silenciosa cena mientras afuera se escuchaban los gritos de los hinchas que protestaban en el hall y una rápida ida a las habitaciones, adonde a varios les costó dormirse. La mañana de ayer encontró al plantel y al cuerpo técnico reunidos en el medio del campo de juego. Luego, Simeone charló un rato a solas con Abreu, el único que al final del entrenamiento a puertas cerradas en el Monumental dio la cara y enfrentó los micrófonos.
El uruguayo dijo que los jugadores eran los responsables. Las mismas palabras había usado el Cholo al final del partido para hacerse cargo él. Y Aguilar, en radio Del Plata, también asumió las culpas. Aunque todos tienen razón, sus palabras sonaron vacías, de compromiso, políticamente correctas, pero sin una autocrítica profunda. El DT otra vez optó por no dar explicaciones (de sus cambios, o de los que no hizo, entre otras cosas), los futbolistas --salvo Abreu-- callaron sus sensaciones (¿están unidos?, ¿tienen un líder?, ¿todos sienten el mismo compromiso?) y la conducción quedó apuntada nuevamente por acumulación de fracasos y por ser parte responsable de la confección de los planteles (tanto por cumplir los pedidos de los técnicos como por vender periódicamente a las figuras para intentar cerrar los balances).
Quien sí escuchó algunas explicaciones de boca de Simeone fue el presidente Aguilar. A las 12.34, el entrenador subió a la oficina del mandamás acompañado por Nelson Vivas. "Hubo 15 minutos de desconcentración que en este caso implica falta de inteligencia", fue la opinión pública que dio el presidente, que puertas adentro, durante 50 minutos, le mostró su descontento al Cholo por lo que hizo el equipo en los últimos tres partidos (los dos ante San Lorenzo y el superclásico) y le pidió un poco de tranquilidad para revertir la eliminación e intentar mostrar una mejor versión en el Clausura.
La historia suena repetida. Una derrota de las que dejan heridas que arden, un técnico que sólo dice ser el responsable (igual a lo que hizo Passarella el 20/5/07, cuando el Estudiantes de Simeone ganó sobre la hora en Núñez), dirigentes enojados y señalados a la vez, y un plantel abatido. Las famosas patas de la mesa volvieron a desequilibrarse, todo se derrumbó y florecieron nuevamente las miserias. Habrá que ver si en 45 días logran emparejarse para festejar un título que, si se da, tendrá gusto a premio consuelo.